diciembre 14, 2010

¿Dónde mueren las Mariposas?





En un yermo supuesto

de irrealidad.

giran frías, las aladas.





diciembre 08, 2010

Me encontré.(Mal)


Me encontré a la Killen, al Pedro y a la Belén. Me encontré con la Gabriela, el Juan y la Estela. Me encontré con años distintos y verdades incompletas, terminé en realidades desiertas, corriendo estaciones perfectas, entre mares, bares y otras sectas.

Me encontré con un tal Gonzalo Rojas un tanto pulmonitizado, un Nicanor cantor y un Tio Lalo destrozado.


Me encontré un poema.

"La sinceridad de una hoja otoñal, me resisto a creer en la soledad, vivir como te he visto. A cada paso un árbol de lluvia, en cada gota una nube, en todo momento una señal. Diez y pocos para el fin, ¿Dónde volarás ahora? No dejes de volver. Si ves en tu viaje mujer más hermosa, soy el más grande de los mentirosos."

Me encontré con mis demonios y vencí; con mis sueños, y los alcancé; con la muerte,y sobreviví. Con el amor.

Con el amor me encontré varias veces. Mal.

Aún al frente de mis ojos, y de los ojos frente a mi, somos ciegos distantes. Torpes terrestres. Cantores cesantes.

Me encontré con mi ciudad devastada por la casualidad remota. Soledades imperantes. Lluvias saladas. Arterias acuchilladas.

Me encontré con mi pasado y las luchas del pasado contra él. Sigo luchando. Mal.



diciembre 04, 2010

Mar de mentiras


Mar de mentiras, de menta. De mentalidad afluente y consciente. Ente compuesta de faz gallardesca, escapando la presencia de frescas pescas. Acérrima rival de rimas titilantes. Testarudiana jamás. Más que un encuentro casual, una copiosa necesidad viral. Altiva, conducente,
sin defectos aparentes.

Mitad hispánica, mitad británica. Cayó en cuenta de su eterna afrenta. Entablada entre irónicas cebadas. Das a tu nombre lucidez aumentada. Mentada como los chocolates regalados. Alados atormentados por incapacidades terrestres, estremecieron con sus alas complacientes a este descubrimiento naciente. 


noviembre 20, 2010

Lirios.

Lirios perplejos

cantan cansados,

el aurora.

octubre 13, 2010

Realidades cambiadas.


Nunca estuve buscando un conejo, mejor tampoco un hamster. Ester estaría feliz con un amigo peludo de cola corta, pero la alergia impregnada en sus pelos me ahorca. Preferiría una Oca, pero no soy tan ganso para aquel animal manso. Ansío responder con animal implacable, que resuene en mis oídos, surque las impresiones; por sí solo hable. 

Me contento con lo impensado, adorar a las restricciones de la mente y, cabalmente, añoro las sátiras de oro. Orientando la innocua adicción compensada, sandeces irían a cambiar mi motor irracional. Que de forma formal, imperaría en esta parte absurda de mi cometido. De mi respuesta sin sentido.

Me conformo con la belleza simple y pura de un ave con soltura, como los cuervos campantes de poemas triunfantes, o las simples palomas que vuelan y truecan las impávidas concretadas. Son criaturas aladas, en tonos grises, las que hacen reanimar mis sentidos. Si me pides, entre conejo y hamster comparar, entre cisne y pato iré a contestar.  

Un ave desconocida que, a su alumbramiento, era un simple pato del firmamento. Cuando el cuento  llegue al allegro, me quedaré con el vuelo de cuello negro. 

Como el allegro llegó hace rato, a todos lados mi cisne ha volado.

agosto 15, 2010

La junta.


(Pensamientos relámpagos surgen entre voces normales del ensueño. Debería escribir algo. Sobre el día, la noche o la cuenta final de autos chocados. Debería recordar éstos como un acercamiento, como un entrometimiento voluntario). 

Fin de semana atareado. Tardanza involuntaria, untaría la lila ahumada por la gloria. Iría entre trenzas caballunas, una  bien hilada y la otra enredada, edad madura y extensa, ensalzadas las Marías, ascendieron y las vi. Vieron cuatro pájaros de buen agüero. Pero la Felonía se apoderó del espectáculo en el cielo. Lo escucharon en todos lados. Hados llegaron y molestaron sin causar mayores daños. Años de diferencia entre el primer danzante y la ronda acompañante. Ante la idea compleja, lejanía en sus destinos. Nos veremos en otro camino, y no en una colina alta, si no a volar a Punta de Tralca. (¿Alcanzarán a llegar las paces?) ¡Mi latir a llegado a niveles insospechados! Al caer en la cuenta, he dormido sin dar la vuelta. 

(¡Quien se hubiese atrevido a decir que el número yeta, formó risas completas, atavíos hundidos y escollos perdidos!)

Pd: A mis queridos primos asistentes de "la junta". Búsquense con cuidado en el texto, están todos metaforizados de alguna manera u otra.

junio 20, 2010

Ocaso otoñal.


¿Acaso no se han dado cuenta aún? El Otoño se acabó. Las cálidas mañanas de hojas sin pisar, la caminata crujiente, el viento a favor. Se acabó.

Fue despojado de su existencia por la crueldad invernal, por el frío total. Para la desgracia Otoñal, ha sido arrebatado lo vital, de todo lo deseado y contemplado. Mutilado, hasta dejar de ser citado. Otoño desapareció de todos lados.

Ya no estás entre las luces del desierto mortal, del equinoccio marciano, del llover cartesiano. Has caído entre las alas tuertas del mañana, por tu conocido destino; muriendo en el camino.

¿Quién esconderá a la estación de la muerte anunciada? De la muerte mostrada. Será una hibernación anticipada, hibernación forzada. Otoño callará la información guardada. Dormirá ante las condición dada. Entre estelas de espuma variada.

Otoño alzará sus alas saladas. Sus alas marchitadas, congeladas. Volarán al finalizar la estación acalorada. 

A la espera de la identidad anunciada, Notoño reinará a la pequeña cristalizada.

junio 13, 2010

Ningunio.


Es así como nacen los poetas. De los errores, de las equivocaciones y pormenores que entreabren el infortunio del Ningunio.

 Ningunio es el poeta. Capaz de realizar las más grandes proezas, de cumplir insospechadas promesas, valiente como ninguno, su estancia se reduce a uno.

Ningunia no existe. la esperanza es obsoleta, más consiente que profeta, la opción de encontrarla se reduce, a un insólito encuentro en el cruce.

Nacen las palabras sedientas de Ningunia, a la más grande alcurnia, sin entender la real calumnia. Nacen las ideas, clavos, probetas y todo tipo de complacientes varetas. La realidad sigue siendo la misma. ni con gran carisma, resuelve lo que abisma. Sin entender su edipesco desazón,  Ningunio busca al corazón. 

junio 08, 2010

Siempre es igual.


Es muy claro. 


No importa cuánto uno se esfuerce, ni las noches de insomnio ni las metáforas espontáneas. Ni las llamadas nocturnas ni las películas trasnochadas. Un error cuesta la vida.

no importa, es un botón, una simple ilusión. Media vuelta en la esquina y a seguir el camino. ¿qué importó el desvío? ¿qué importó el destajado corazón mostrado?Corazón malvado. Te vas por ser poco importado, por impotente descubrimiento de sentido entendimiento.


No importa si son tres días o tres años, si es un mundo alcanzado o momentos terminados, es un crimen terminar la vida de forma tan violenta, tan violenta como una pistola, como un aterrizaje sin cola, como la inconsciente permuta de la clara voz que muta.

no importa si extrañas, si quieres, si adoras, si amas. Siempre es igual.

¿y qué gané? ¿acaso hemos perdido algo también? Es que ya no importa. Sin la vida, lo demás carece de importancia.

Y tu, mi vida, serás llorada.

abril 27, 2010

Algo parecido a una oda al aburrimiento.


Me aburrí de cantar los desastres cotidianos.

Del viento acogedor de distraídos malsanos.


Me aburrí al contar hasta tres.

A la vez

un ciempiés quedó cojo al revés.

Sin tener sentido ya ves,

lo aburrida que esta rima es.


Me aburrí de rimar para contar lo elemental.


De verdad que lo estoy,

preferiría ser un cow-boy.

Y aunque no lo intente,

no puede ser diferente.

La vida ya no está completa,

Mi ambición quedó obsoleta.

Mi interfaz mental me prohíbe cortar el mal.

Mi sentido del absurdo se ausenta, se hace burdo.

Lo carcome la necesidad de sentirse cuerdo,

De respirar la distracción futil del cuervo.


Me aburrí de volar por los sueños ajenos.

Por la historia que camina sin prisa ni rima.

Por el constante despido de un ser querido.

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Me aburrí, ¿quien podrá desaburrirme? Quien sea un buen desaburridor, que por favor me desaburrise antes que muera por indesaburrimiento.

abril 18, 2010

Cuando las alas se cansan a medio vuelo.


Cuando las alas se cansan a medio vuelo, la visión se nubla, se vuelve compleja por entero. El ánimo se vuelve protagónico y el descanso un consuelo. La altura desciende, el frío se vuelve enfermo.

Cuando las alas se cansan a medio vuelo, el oxígeno se agota, las palabras se estiran a media mota. El paladar se vuelve seco, el pensar se absorbe por completo. El espectador se mantiene atento.

Cuando el hombre se cansa a medio vuelo, cae sin rumbo ni ansuelo. Cae sin amor ni desconsuelo, cae al vacío mismo, al completo silencio, al desafinado final hilado. Finalizado el hombre, éste se levanta y retoma el zigzagueo del vuelo.

No importa si te cansas a mitad del vuelo, a mitad del cielo, entre realidad y anhelo. Para volar, solo es necesario evitar el suelo.

marzo 29, 2010

Otra vez.


Si pudiera, me gustaría volver a comer las cosas más exquisitas que he probado. De ser posible, me recorrería todos los lugar que he fotografiado. Saldría mil veces a los parques y dos mil con mis amigos.

Leería otras cien veces las novelas y otras más las poesías. Cometería más errores y trataría de recordarlos menos. Celebraría más y me quejaría menos.

Le escribiría al amor otras tantas páginas, versaría la vida. Caminaría por las faldas de la confianza precisa y me tumbaría entre los calores sinceros.

Evitaría las ambigüedades y las redundacias. Sobre todo los lácteos de leche.

Me compraría tres nuevas poleras, dos camisas y un pantalón. Dos caballos y un tractor. Le volvería a comprar un gorro al señor de Valparaíso. Me abandonaría al pensamiento primordial.

Si pudiese vivir muchas vidas. Viviría en países diferentes, comería diferentes comidas, conocería diferentes personas, tendría diferentes metas, profesiones, desiluciones.

(Y me volvería a enamorar una y otra vez de la misma mujer)

marzo 21, 2010

Otoño.


Ahora que volviste puedo continuar.

notoño se fue por la ventana del olvido, por la soledad del despido. Un colmo mal nacido.


¡Ha llegado el Otoño! Fuera hojas verdes y armoniosas, venga el vendaval de lluvias y resfríos, el polvo acumulado y los vientos vacíos. Bienvenido horario reducido, oscuridad perpétua. Bienvenidas las chaquetas meridianas, las eternas caminatas, los cafés a medio camino, la ensalada de pepino.

Las nubes perfectas.
El susurro eterno de las hojas al caer.
el frío intermitente.
el sol complaciente.

Bienvenida estación única de la vida.

¡Hay esperanza! Al menos, por tres meses.

enero 26, 2010

Extracto de un conjunto vacío.


Otoño. Invierno. Primavera. Y otra vez Otoño.

Las estaciones son sólo dos: Otoño y nueve meses de Notoño (o No-Otoño).

Mientras permanecemos en la parte más calurosa del Notoño, la saliva se comprime, las caras enrojecen cual tomate apenado; la pulcritud se hace escasa y el viento, el principal ausente. Las casas piden socorro y los perros piden comida, las autopistas piden hielo y los taxistas pasajeros; las playas exigen limpieza y los tachos espacio, las reservas se evaporan y la lluvia se impacienta.

El sol golpea a las nubes, las calles, parques, parqués, panqués, panqueques y tortas de milhojas y de otras menos. Desfigura, atrofia, deforma, amorfa, amor por fá. Músicos sedientos. Sed y en tos. La vista se nubla, cansa, fatiga y vomita. La lengua exige su cuota de atención, la cabellera se quema y el caballero deja de serlo.

el tiempo es reducido, preciso, precioso. Las horas pasan con silencioso disimulo, el Notoño esta llegando a su clímax.


Aún quedan dos meses.

enero 17, 2010

Moonlight Chapter 1.(o extracto de la vida sustantiva 6)


Lo que pasó antes de aquella noche I


Caía la navidad de 1990 cuando fue la primera vez que escuché la canción. A mis cuatro años poco podía hacer para expresar la dicha infundida por la interpretación magistral de mi abuela. El piano vibraba en todo su esplendor, la canción se perdía entre las distintas habitaciones de la casa, los sonidos rebotaban por todos lados y se incrustaban en los oídos de quienes presenciaban tal espectáculo navideño. Todos quienes compartíamos la noche buena mirábamos atónitos el actuar de una mujer de más de 60 años, de buena forma, interpretando la canción que, años más tarde, daría forma a mi carrera de pianista. Al terminar los aplausos son extenuantes y fervorosos, la señora se levanta del piso del piano y con un gesto casi imperceptible da las gracias. Acto reflejo corro en dirección a ella y le abrazo las rodillas, no son más que rodillas arrugadas y flácidas escondidas por un vestido floreado. Mi abuela me queda mirando y me pregunta: ¿te gustó Beethoven? Era la primera vez que escuchaba una palabra tan extraña, la gente en el salón se quedó mirándome a la espera de una típica respuesta capaz de sacar carcajadas del mundo adulto. Las vistas se clavaron en mi nuca y sentí una presión muy inusual, necesitaba decir algo y decirlo pronto – ¡Ah! Si, le dije. Me encanta mi amigo Beto.

Tal anécdota la contaron tantas veces en las posteriores navidades que, sin tener recuerdo alguno de dicha historia, pude recrearlos de una manera tan perfecta como si nunca en la vida me hubiese olvidado. A veces omitían detalles u otras, intentando modificar los sucesos, añadían más personajes y una conversación mucho más profunda de mi parte a mi abuela. El final siempre era el mismo. Todos riéndose a carcajadas de mi mirada perdida por la complicidad de la palabra pronunciada.

Las navidades siguientes le pedía a mi abuela que tocara una canción de mi amigo beto. Ella gustosa se sentaba frente al piano, estiraba un poco los dedos y comenzaba otra vez a dejarnos boquiabiertos. Cada año era una experiencia nueva. Al ir creciendo le fui tomando el gusto a la música clásica cada vez más. La navidad del año 1993 le pedí que me enseñara a tocar. Le abracé por la cintura y le dije: creo que si espero una navidad más, será muy tarde. Ella sonrió y volvió la mirada hacia el piano, acercó la segunda silla y me hizo sentar ahí. Con mucha paciencia y determinación me enseñó las teclas y cómo era que sonaban.

En Enero de ese año mis padres se separaron. Mi padre se quedó trabajando en la ciudad de Temuco, mientras mi madre y mi hermana se quedaron en Concepción. Ese verano lo pasé en casa de mis abuelos en santiago, aprendiendo todo lo que era posible de mi experimentada maestra. Mientras aprendía a leer partituras, también aprendí a leer letras. Así fue como descubrí que mi abuela era licenciada en música con mención en interpretación en piano. Un título muy extenso que me resumía diciendo “cuando yo tenía veinte años, daba conciertos por todo el mundo, era una pianista sin igual”.


La vida se me pasó entre el piano y los libros del colegio. Mientras mi abuela me enseñaba las notas, las letras, las materias diversas, yo resplandecía en las diversas disciplinas de la colegiatura. Era un hijo modelo, con padres a 600 kilómetros de distancia, sin más que una anciana de capacidades reducidas y un par de plantas sin nombre.

Me quedé a vivir con ella puesto que ninguno de mis padres me quiso reclamar. A mi corta edad, ellos me habían abandonado con sus distintos intereses y convenciéndose de que esa era la mejor opción. Nunca me sentí falto de padres o de mi hermana, jamás los extrañé o lloré por su ausencia. Mi abuela bastaba para construir mi propio camino. Era como un hijo huérfano de nacimiento, no tenía grandes recuerdos de mis padres y, por lo mismo, era más fácil crecer sin ellos que perderlos a mitad de camino.

El tiempo se me pasó en un abrir y cerrar de ojos. Mi abuela envejeció y dejó de enseñarme piano. Tal hecho no fue relevante en mi carrera, puesto que hacía más de dos años que asistía a clases regulares en el Conservatorio. Viajé con ella un par de veces a ver a sus amigos en Europa. Viajé un par de veces a conocer sus amistades en Estados Unidos. Para ese entonces mi abuela poseía mi tutela absoluta. Lo único que recibí de ellos durante los 20 años que viví con ella. Compusimos melodías, dimos conciertos a cuatro manos, creamos un sinfín de nuevas canciones para piano, de distintas dificultades y ritmos.

Al terminar el colegio me dediqué al conservatorio, a concluir mis proyectos de músico y a cuidar a mi abuela. Ella no estaba del todo mal, pero había que hacerle la cama y el tipo de cosas que requieren un mayor esfuerzo físico. El doctor le había prohibido cualquier agitación, ya sea física o nerviosa. El corazón de ella estaba estable, pero comenzaba a latir en menor medida al transcurrir los años. Por ello nos mudamos a un departamento en Ñuñoa, en un primer piso. De esta forma ella no tendría que esforzarse en las escalas o tener que cuidar del patio. Con la diferencia de la venta de la casona antigua, compramos aquel lugar y un piano de cola profesional. Mi sueño hecho realidad.

En aquel piano pasaba más de la mitad del día ensayando y creando nuevas composiciones. Estaba colocado en un cuarto especial, donde, a parte del magnífico instrumento, estaba un piso tapizado en cuero, una estantería llena de partituras y un tocadiscos automático de los años 70. Además, había un pequeño espacio en la estantería con una reducida colección de discos. Help, de The Beatles; Alturas de Machu Pichu, de Los Jaivas y un par de clásicos de Beethoven, interpretados por alguna orquesta europea cuyo nombre no apareció jamás en la carátula del disco.

Para el último año de Conservatorio tenía planeado un sinnúmero de proyectos, sin embargo, el más importante de todos, se volvió un imposible.
Cambienla por otra ¿Otra? Sí, y de las mismas