junio 20, 2010

Ocaso otoñal.


¿Acaso no se han dado cuenta aún? El Otoño se acabó. Las cálidas mañanas de hojas sin pisar, la caminata crujiente, el viento a favor. Se acabó.

Fue despojado de su existencia por la crueldad invernal, por el frío total. Para la desgracia Otoñal, ha sido arrebatado lo vital, de todo lo deseado y contemplado. Mutilado, hasta dejar de ser citado. Otoño desapareció de todos lados.

Ya no estás entre las luces del desierto mortal, del equinoccio marciano, del llover cartesiano. Has caído entre las alas tuertas del mañana, por tu conocido destino; muriendo en el camino.

¿Quién esconderá a la estación de la muerte anunciada? De la muerte mostrada. Será una hibernación anticipada, hibernación forzada. Otoño callará la información guardada. Dormirá ante las condición dada. Entre estelas de espuma variada.

Otoño alzará sus alas saladas. Sus alas marchitadas, congeladas. Volarán al finalizar la estación acalorada. 

A la espera de la identidad anunciada, Notoño reinará a la pequeña cristalizada.

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