octubre 04, 2011

Sobre lo que siempre quise decirte y preferí callar.



Lo que siempre quise decirte y preferí callar es de tal importancia que a ratos dejo de participar de mi propia capacidad motora. Como un loco, o un tren descarrilado que de lado a lado rebotan los pasajeros más tristes que boleros. Lo callé. De callar, de no decir y guardar, de no averiguar más y sepultar las palabras aún no natas, como la leche, claro que no. En otra vida podría contarte que eres más que del planeta marte, pero eso no cabe ni suena en tu cabeza de avena. No rima ni afina como olla en la tina. No resbala ni salta como huevo con malta.

Es correcto recordar que concuerdo conmigo mismo y los otros mismos de mi persona, que aún prefiero sin decir ni cero sobre lo que siempre quise decirte y preferí callar. De andar por la calle. O de caer, pero mal escrito. O de no querer decir y mentir. De trabar la lengua con las palabras y mostrar los anatemas en vez de los problemas.

Estuve equivocado de tal manera que creí descallar y soltar la idea que pudiese desear. Pero el sobre se trata del tema, no del tema del sobre, ¿me entiendes, Méndez? Que tenga o no tenga sentido poco te servirá para cortar el hilo del papiro, para entender las molestas ideas, hace falta cefalea. Que te duela la cabeza no será pretexto para arruinar la ruina de la rutina, cretina. De Creta y rima. Como Limón, que rima con lima.

Perdón.

Pero no. Gracias por participar.
Cambienla por otra ¿Otra? Sí, y de las mismas