Estoy tejiendo el acordeón que canta
bajo mi oído,
Enmarañando los sonidos de aquel
pinzón de olivo.
Suturo los deseos inconexos de entre
sus hebras,
los pliegues rebotan entre mis manos
cercenadas
por la astilla de plata.
La sangre tiñe la tela del instrumento
en construcción,
cada rima que emana de mis manos corroe
el doblez
de una y otra y otra acordeón
escarlata.
Estoy escarlatando el cantor que
acordonea el oir del bajo
sonando el pinzonar del enmarañado
olvido.
Deseando inconexar las suturadas
extrañadas cebras,
rebotes al plegar mis plateadas y
astilladas cercenas
de manos morenas.
La sangrada tela el teñido
instrumental del constructo.
Cada mano que emana de mis rimas dobla
la corrosión
de uno y otro y otro escarlatado
acordeón.