febrero 05, 2008

febrero 03, 2008

La primera.



De esto si que me acuerdo, de la lluvia incesante y de las mariposas preguntonas, del olor al polvo mojado y santiago lleno de colores nitidos. Eran todos opacos. Asi uno comenzaba una larga travesia por los paseos del Santa Lucía, bajaba uno por el ascensor y caminaba rapidamente por Huérfanos para llegar pronto a la cita con aquella dama en aquel recinto de terribles butacas. Te ibas saltando de lado en lado disimulando cuidadosamente el dolor inflinjido a las posaderas y con aquel antiagua tararear una cancion de danza en la lluvia. Todo culminaba en el barrio Lastarria frente a una taza con Café, contando la desventuras del heróico y fugaz personaje.

- te lo dije, al final todos mueren-

desde más allá de las nubes se escuchaban nuestras carcajadas sobre aquel arruinado presagio, de aquel vetusto cometido por arrebatar el asombro. tu sabias, todo es parte del espectáculo.

Ahora no hay lluvia, es verano, no hay nubes, ni risas que las alcancen, no hay cine incómodo, ni muchas de las cosas que moria por realizar; un simple camino por el forestal se transformaba en la aventura de mi vida, una cerveza era el líquido que transformaba mi acongojado cuerpo en el más energico de todos, un cariño siquiera se desvirtuaba en un terrible estallido de alegría.


Estoy solo, de eso estoy seguro, esperando encontrar a quien pueda compartir un otoño conmigo, veamos que pasa, quiza juntos maldigamos el verano.
Cambienla por otra ¿Otra? Sí, y de las mismas