diciembre 25, 2011

El día que dejé de recordar


Dejé de verte, de sentir tu presencia, de contemplar tu mirar y caminar. Olvidé las fechas, los nombres y los recuerdos. Dejé de preguntar por todo aquello que carecía de sentido y me fui directo al vino. Me quedé dormido y llamaste. Y no lo recuerdo.

Me dices que hablamos, pero no lo recuerdo. Me dices que te enojaste, pero no sé porqué sería, me dices que es mi culpa, pero lo siento. Ese día dejé de recordar.

Lloraste. Lloramos. Todo se fue al suelo, al otro sitio sin sueño. Gritaste desesperada, como quien destruye un hada. Sola y desamparada, me llamaste tres veces y yo respondí cuatro. ¿Qué tiene que ver la lógica en el canto?

Me mirabas y contemplaste mi frialdad, mi agónica desdicha, mi mundo caer en olfatos baratos. ¿Qué hacías entonces, si no construyendo recuerdos vacíos? Llegué de un salto al parto. Al atavío perdido, al ruiseñor sin razón.

¿Qué tiene que ver la lógica en el canto?
¿La desdicha con el parto?
¿Las hadas despojadas?
¿La razón del ruiseñor?

Pues no, no sé. No quiero saber ni recordar el pretérito pasar.
Ese día lo borré
lo olvidé
lo malogré
lo soslayé
lo evité
lo quemé como a mis demonios.
lo superé

Gracias por no estar.



1 comentario:

  1. Qué triste... Pero viene como del alma misma, del no recuerdo, de lo vacío.

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